La larga historia de China es uno de los principales motivos para que la gente la visite, es una de las civilizaciones más antiguas del mundo con monumentos y más monumentos que nos recuerdan continuamente lo grande que es. Uno de ellos es la que parece interminable Gran Muralla China, cruzando gran parte de su territorio desde la frontera con Corea hasta el desierto de Gobi, entre el norte de China y el sur de Mongolia.
La historia de la Gran Muralla China es larga, interesante y salpicada de otras historias que se sucedieron a lo largo de más de dos mil años, cuatro dinastías y miles de vidas que se perdieron durante su construcción.
Aunque se le atribuye al emperador Qin Shi Huangdi la construcción de la primera Gran Muralla, la realidad es que ya se habían hecho una serie de muros a iniciativa de los diferentes estados que existían, con el fin de protegerse de las invasiones de Mongolia y de los ataques de pueblos nómadas. Cuando llega Qin al poder, se da la unificación de China y es cuando se unen por primera vez esta serie de muros y se le empezó a conocer como la Gran Muralla. Pasaron cientos de años en que cada emperador construía, reconstruía o simplemente abandonaba la muralla, hasta que fue reconstruida como la conocemos por la dinastía Ming.
VISITAR LA MURALLA
Aunque está en tema de debate, la extensión de la muralla varía entre los 7000 y 13000 kilómetros o quizás hasta más; se ha dicho que llega hasta los 21000, pero actualmente sólo se conservan 4000 kilómetros accesibles al público. Algunos tramos están mejor conservados que otros, como el de Badaling construido por la dinastía Ming en el siglo XV. De hecho este es el que más visitantes recibe, ya que se encuentra muy cercano a Beijing, es el más cómodo para caminar y tiene telesilla para acceder a algunas zonas, pero también está abarrotado de turistas.
Los puristas dicen que este sector es el menos auténtico porque está muy reconstruído, pero las vistas son espectaculares, particularmente si llegas a las torres vigía ya sea del lado este u oeste.
Sin tanta aglomeración de visitantes, la Gran Muralla de Mutianyu, en el área montañosa de Huairou, es buena elección. Es más antigua y mayor que la sección de Badaling y no está tan reconstruída. Aunque se encuentra en buenas condiciones en su mayoría, la caminata puede ser más cansada por los desniveles que tiene, pero se compensa por el paisaje de montañas y bosques.
Para muchos uno de los tramos más bellos de la muralla es la de Jinshanling, a unas dos horas de viaje hacia el noreste de la capital en el límite de la provincia de Hebei. Uno de sus grandes atractivos es su autenticidad por ser un tramo que no ha sido restaurado, pero hay que estar conscientes que el recorrido puede ser un poco difícil y hay que tener una buena condición física. Aún con estas dificultades, el conocer la muralla de Jinshanling resulta una experiencia gratificante.
La muralla de Simatai es la más lejana de Beijing y la que está considerada como una verdadera reliquia por ser la que se encuentra en su estado original después de la reconstrucción de la dianastía Ming, conservando sus características originales. Los más aventureros optan por Simatai, pero otras personas eligen la que mejor se adapta a su tiempo y posibilidades.
Cualquier tramo que sea, la historia está ahí; esa historia larga y fascinante que tiene China y su Gran Muralla, mucho antes de que la UNESCO la conviertiera en Patrimonio de la Humanidad y que la nombraran como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.