En la década de los 60, una época políticamente convulsa, el dibujante Quino dio a luz a su criatura más entrañable, una niña elocuente, feminista y mordaz. Sus reflexiones políticas, abiertamente progresistas, su defensa del pacifismo o su crítica ante las injusticias sociales la convirtieron en una inspiración para varias generaciones de hombres y mujeres que, como ella, siguen aspirando a habitar un mundo más justo e igualitario. Mafalda presidenta (editada por Lumen) recoge algunas de sus tiras más contestatarias: una mirada reivindicativa, solidaria e irreverente nunca exenta de esperanza y con grandes dosis de humor, que sigue siendo hoy más actual que nunca.

Carta de una admiradora

(por María Chivite, Presidenta del Gobierno de Navarra)

Querida y admirada Mafalda:

Que una niña de seis años, aunque nacida en 1964, lleve décadas transmitiendo de generación en generación el pensamiento crítico a través del humor y el profundo conocimiento del ser humano es una excepción tan excepcional que sólo puede llevar tu nombre.

Sensible, irreverente, universal, profundamente política, inteligente, siempre dispuesta a la lucha contra los prejuicios y los lugares comunes, despertaste en mí y en otros cientos de miles de niños y niñas las primeras reflexiones sobre el progreso de la humanidad y sus contradicciones. Sobre la importancia de la política como canalizadora necesaria del bien común. Sobre el papel de las mujeres en ámbitos antes inexplicablemente exclusivos de los hombres.

Tu padre –el de no ficción– supo dotarte de una verborrea mágica, capaz de enganchar a los más pequeños por ese cuestionamiento impertérrito de la autoridad y el orden establecido. Lecturas de infancia que, como sólo ocurre con las obras maestras, van adquiriendo nuevos matices y profundidades con las relecturas juveniles y adultas.

Diminuta y sagaz, rechazas la mediocridad del mundo desde un profundo conocimiento y amor por el ser humano, sus aspiraciones y miserias. Por eso tus enfados y rebotes reciben una respuesta siempre tolerante, siempre comprensiva con la debilidad.

Tu ejemplo vital es la crítica, la oposición por sistema a la pereza mental y la tradición, la conciencia de la necesidad de crecer y aspirar todo el conocimiento posible para forjarse una opinión propia y no ser manipulada.

Conforme crecemos, la brecha con tus padres, demasiado ahormados a la sociedad, demasiado conformistas, demasiado hastiados, se presenta como una señal de alarma para que nunca nos rindamos a la patética inercia que asimila la edad adulta con el conformismo.

Esa conexión de padres a hijos es la que me ha llevado a compartir con mis hijos tu vida, tus reflexiones y tus historietas. No sólo por ti, también por tus amigos Felipe, Manolito –con ese cariño burlón con el que en Argentina pintaron a los inmigrantes españoles– y la cursi Susanita, que nos demuestra que no interesarse por la política es también una posición política.

Disfrutar y comentar tus tiras cómicas se ha convertido en una actividad familiar, esa niña tan diminuta como la voz de nuestras conciencias nos ayuda a mirarnos desde otros puntos de vista, críticos y enriquecedores.

Mafalda es parte de la historia política contemporánea y patrimonio común de todas las que creemos que otro mundo mejor es posible y nos levantamos todos los días para intentarlo. 

Un fuerte abrazo de tu amiga, 

María Chivite Navascués, Presidenta de Navarra