Un recinto rodeado por espectadores eufóricos lanzando gritos de algarabía, ese es el escenario de una corrida de toros. En el centro, el macho bovino intenta embestir la muleta de color rojo que le muestra el torero, quien tiene como objetivo final causarle la muerte con una estocada.
Origen
Se trata de una festividad que nació en España en el siglo XII, la cual se define como “el arte de lidiar toros”. Al respecto, Luis Berrospi, representante de Acho Sin Toros, indica que al ser el arte “una expresión que evoca las destrezas del ser humano, este es constructivo, lo que no sucede en las corridas de toros, que expresan un acto de vejación totalmente cuestionable”.Por otro lado, Guillermo Rivas, director de Paseillo Tauromaquia, indica que esta práctica resalta valores humanos contundentes como la entrega, el valor, la disposición y la solidaridad. “Por ejemplo, en distintos departamentos del Perú, la gente une fuerzas para sacar adelante sus fiestas patronales, cuyo eje central —para muchos— son las corridas de toros”, agrega Rivas.
Cultura
Otro argumento a favor de esta práctica indica que esta se trata de una actividad cultural y como tal debe respetarse. “En la tauromaquia se conjugan todas las otras expresiones artísticas, como la música, la escultura, pintura y también la literatura. Ha sido fuente de inspiración para grandes artistas como Picasso, Lorca o nuestro compatriota Mario Vargas Llosa”, afirma el director de Paseillo Tauromaquia.Sin embargo, indica Berrospi, es necesario comprender que las actividades culturales siempre están en constante cambio, por lo cual “es normal que las costumbres evolucionen y se transformen. Tal como se ve en diversos países de Latinoamérica, por ejemplo Ecuador, donde la corrida de toros está prohibida en 132 municipios”.